Discusión Interrumpida

El vestido negro se levantó cuando alcé el tobillo para bajar del taxi que me había conducido a la misma puerta de la sede. Matthew me esperaba fuera para entrelazar mi brazo con el suyo, Alyssia nos seguía desde una corta distancia.
El edificio de los cazavampiros se alzaba imponente ante mí. Mi férrea determinación me permitió avanzar hacia su interior como si nada. Dentro apenas había gente, y los que estaban ahí me miraban sudorosos.
Matthew se encargó de conseguir una entrevista con el jefe de la sede, aunque tampoco le costó mucho. Minutos después me hizo pasar a su despacho.

-Adelante.

Tomé asiento frente al escritorio de aquel humano. Papeles y bolígrafos se desperdigaban por toda su superficie, dando la impresión de suciedad y dejadez. Fruncí los labios.
El hombre parecía consumido. El pelo lacio le caía por la cara sin orden alguno y en sus manos se acumulaba la tensión que sólo los jefes podían llegar a sufrir.

-¿Qué es lo que quiere para que cesen las hostilidades?

-No entiendo qué quiere decir, cazador.

-Por favor princesa, que ya somos mayorcitos para andar jugando. Lo único que quiero es restablecer la calma en mi ciudad.

-Si no es usted más preciso me temo que no podré ayudarle.

El hombre se levantó de su silla y en dos zancadas alcanzó el sitio vacío donde hacía unos segundos me hallaba sentada. En cuanto había visto su reacción yo también me había puesto en pie y retrocedido un par de pasos.

-¡Basta! ¡Basta ya! ¡No tienes ni idea de cuánto os odio, seres inmundos! -Hasta el último poro de su piel emanaba una furia asesina que mantenía a raya a duras penas-. ¿Por qué me sigues mintiendo?

Sus manos fueron rápidas. Podía haberme apartado, pero le dejé que agarrara el cuello del vestido y me alzara en el aire como si realmente no pesara nada. Todos sus músculos parecían a punto de estallar por la presión.

-¡¿Dónde esta el rey vampiro que nos amenazó la otra vez?! ¡¿Es él quien ha organizado todo esto?!- Casi parecía que me estuviese escupiendo las palabras-. ¡Lo último que me faltaba era que me enviase a su puta particular de mediadora! ¡Maldita zorra vampiro!

La bofetada resonó por toda la habitación. Mi mano abierta le cruzó la cara marcando su mejilla, y acto seguido ambas se aferraron al cuello de su camisa desde mi posición.

-¡¿A quién, estúpido humano mortal, piensas que le estás hablando así?! -Rugí. Mis ojos se clavaron en sus pupilas y dejé que mi voz autoritaria hiciera mella en sus oídos-. YO soy la reina vampiro. Lillian Mary Attwood, hija de las sombras de la noche. Nacida bajo la luna de un otoño que pasó hace más de cien años. ¡Yo y sólo yo ostento el título de "Rey"!

Su agarre flaqueó y mis pies se posaron grácilmente sobre el suelo. Aquel hombre cubría su cara con ambas manos y sollozaba.

-Estamos perdidos... se acabó...

Nunca había visto a un cazador... no, a una persona, tan desesperada como él. Y yo había vivido bastante tiempo. Me acerqué hacia donde estaba y aparté las manos de su rostro sin esfuerzo. Las lágrimas le empañaban la visión y lo único que despertaba ahora en mí era lástima. La ira de hacía un momento parecía haberse evaporado.

-Le estoy diciendo la verdad, señor cazador. He venido aquí con la intención de redactar un tratado definitivo, pero usted no hace más que confundirme. Es verdad que hay otro vampiro sangre pura merodeando por aquí, mi hermano, pero en este momento no se dónde se encuentra ni qué hace. Explíquemelo todo con calma, por favor. Vamos...

Mi mano asió firmemente la suya y comenzó a tirar. Sin embargo, apenas había conseguido que se levantase cuando una tremenda explosión reventó la puerta y me envió contra una estantería cercana. Todos los libros se precipitaron sobre mí, enterrándome. No es que algo así me fuese a matar, pero no resultaba agradable ser enterrada y quedar fuera de la vista de Matthew y Alyssia. O de cualquiera que pudiera ayudarme a quitar esa montaña de papel de encima de mí. Estaba a punto de alzar la voz cuando un sonido demasiado bien conocido quebró mi concentración confirmando mis peores sospechas. Alexander, mi hermano, estaba allí.



[Perdón por las palabras malsonantes, pero creo que estamos todos bastante creciditos como para no escandalizarnos por algo así. Ha sido sólo para darle énfasis a la intervención del cazador, no con ánimo de que nadie se sintiera ofendido leyéndolo. Por si acaso, reitero las disculpas. Bye~~ <3]