La misión de cada uno

Lily's POV

Las gafas resbalaron lentamente cuando bajé la vista a la enorme carpeta que Maximilian acababa de dejarme sobre el escritorio. Me cansaba sólo con mirar todos aquellos folios que asomaban por los bordes.

-¿Todo esto? En serio Maximilian, si querías matarme de un disgusto no había peor forma de hacerlo.

-No tienes que leertelo ahora -El hombre me miró frunciendo las cejas y murmuró- aunque sería conveniente que lo hicieras.

-¿Dónde está Adirael? -Me dejé caer sobre el escritorio. Aquel monstruo de papel abultaba más que mi cabeza-. Seguro que a él no le importa leerselo y hacerme un resumen...

-¡Lily! -Pegó un golpe con ambas manos sobre la superficie de madera e hizo que todo mi cuerpo saltase asustado-. ¡Eso no lo digas ni en broma!

-Pero que poco sentido del humor -Giré la cabeza de forma altiva y enredé mis brazos en torno a mi pecho-. ¡Hmpf!

La risa brotó espontaneamente de sus labios al verme actuar como Dalkiel. La verdad es que había adquirido muchos de los hábitos de mi hijo menor. Mi pequeño vampiro travieso.
Mi boca se curvó en una sonrisa al contemplar ese pequeño momento de dicha. Tal y como estaban las cosas el sonido limpio y frágil de la risa era lo que más necesitabamos.

-Ahh Maximilian... -Suspiré- un poco tarde para hacer de hermano mayor, ¿no crees?

-No digas eso Lily...

Acarició mi pelo con una de sus manos y recogió un mechón enroscándolo en su dedo índice. Mis pensamientos se hundieron en el rincón de mi cerebro que guardaba toda la información importante. Aquel recuerdo que tenía de Maximilian era sin duda una gran revelación tanto a nivel personal como a nivel político. Sin embargo el secreto permanecía a buen recaudo en lo más hondo de mi mente.
Aparte de nosotros dos los únicos que lo sabían eran Matthew y Alyssia.

-Aún recuerdo el día en el que me revelaste que tú, -Hice una pequeña pausa y continué mientras clavaba mi mirada en sus ojos- en realidad, eras mi hermano mayor.

Había días en los que incluso a mí me costaba trabajo creermelo. Pero desde que se supo la maldición que pesaba sobre Alexander, las cosas se vieron forzadas a ser así. El había sido nombrado capitán de su guardia para controlarle y, de paso, vigilarme a mí. Porque mi papel en la historia no era el de ser una reina como siempre había creído. Yo debía ser luz.
A saber qué demonios significaba eso...

-Sí. Yo recuerdo el tremendo berrinche que te pillaste. No parabas de arrojarme todo cuanto llegaba a tus manos y llamarme... palabras que no creo que sea conveniente repetir ahora.

Maximilian seguía sonriendo.

-Estaba muy afectada. Embarazada y al borde de una crisis nerviosa. ¡Que poco tacto para decirme algo tan delicado en mi estado!

-Lo siento, mi reina -Se inclinó jugando, tratandome con extremada cortesía cuando oía como se le escapaba la risa por lo bajo-. ¿Puedo hacer algo para redimirme?

Estaba a punto de contestar cuando unos golpes en la puerta me interrumpieron. Alyssia abrió la puerta y reveló a tres niños pequeños.

-¡Liiily! Matthew es muy cruel -Me levanté de la silla antes de que la chica lograse sentarse encima de mí. Me abrazó con fuerza y señaló a uno de los tres niños-. ¡Miraaaa! ¿Por qué yo no puedo transformarme también?

Me llevé una mano a la frente y cerré los ojos. ¿Pero a cuántos niños se suponía que debía cuidar?
Con esfuerzo me solté de sus brazos y caminé hasta el pequeño Matthew. Iba a cogerlo en brazos para darle una lección, pero fue demasiado rápido. El tiempo recorrió su cuerpo otra vez y sus manos se habían cerrado en torno a mi cintura. Para cuando quise darme cuenta era yo quien estaba siendo cargada por él.

-Oh no...

-Oh sí. Buenos días Lillian -Inclinó su cabeza y murmuró en mi oído-. Estamos listos para partir.

-¡Por fin una buena noticia! Suéltame, por favor.

De vuelta al suelo las cosas parecían haberse tornado normales. Alyssia descansaba sobre uno de los hombros de Matthew y Adirael se situó a su otro lado. Dalkiel se acercó a mí y aferró mi mano con un gesto de posesión en el rostro.

-Ojalá las cosas marchen bien. Os deseo suerte a todos. Cuidad los unos de los otros.

-Adiós papá, adiós Alyssia. Te echaré de menos Adirael.

-Yo a ti también Dalkiel. Nunca antes nos habíamos separado...

Dalkiel soltó mi mano y abrazó a su hermano con fuerza. Mi corazón dio un tremendo vuelco ante semejante escena. Mi orgullo como madre se infló hasta casi reventar.
Todas las despedidas eran difíciles, pero esto no era un adiós para siempre.
Era el primer movimiento de una partida que estaba dispuesta a ganar.